“De vez en cuando la vida, toma conmigo café…”, cantaba Joan Manuel Serrat.
Bueno y de vez en cuando, entre tantos cobardes dictadores de tres al cuarto, surge alguien con suficientes cojones y poder para frenar (aunque sea poco) a los caudillos Sánchez e Iglesias y a sus caciques y secuaces.
Se les llena la boca con la palabra democracia y eyaculan con su “no me temblará la mano para joderos y prohibiros hasta el aire”.
Y la chusma que ha creído en ellos y sus medidas represivas con el pretexto del coronavirus, son el equivalente al pueblo alemán con su amor por el maricón de Hitler, o al pueblo ruso con sus reverencias al cabrón de Stalin.
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