Tiene importancia cada una de tus risas y cada uno de tus disgustos. Porque cada cosa que conozco, en cada acto que te vivo, me acerco más a ti.
Te amaría si fueras genocida.
Soy cada día más tuyo con tristezas, iras y risas, mi amor.
Pero ya sabes aquello que se dice del remojo y de las barbas del vecino ¿verdad?
Yo también puedo ser voluble.
¡Cómo te quiero! Ríe, mi amor. No hay vecinos ni barbas, solo tú y yo.
Incluso trágicamente tú y yo, mi vida.
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