Los muertos no se manifiestan nunca. Y es que parece absurdo decirlo; pero aquellos del gallinero no se han enterado: la muerte deroga todo derecho civil y la libertad de expresión en todas sus formas.
Ni hay manifestaciones, ni vasos que se arrastran por un tablero deletreando con jocosa torpeza, ni luces que se encienden o apagan.
Son cosas que se arreglan con tratamiento psiquiátrico o eliminando los narcóticos de la dieta diaria.
Vale la pena madurar, si se prolonga mucho tiempo el ridículo, hay riesgo de pasar sin retorno a la idiocia. Sé de casos.
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