Cuando paseas por la naturaleza el suficiente tiempo para captar todas sus sutilezas, te das cuenta de que hay más cadáveres que seres vivos puedes ver.
Es una tragedia continua a la que te acostumbras, pisas la muerte y la respiras, muertes en miniatura, muertes que parecen estatuas, muertes dulces, muertes que parecen reposos.
Y luego, piensas que parece que nunca hayan estado vivos.
Eso te hace ver la muerte como un estado más.
Y te das cuenta de que no importa quien eres, que has hecho, si has sido merecedor de algo. Moriré como ellos, sin poder elegir el lugar ni el momento.
Y no habrá nada más, es la certeza más absoluta.
Cuando has visto cadáveres humanos y se hace cotidiana la muerte día a día, ya no es posible sostener las creencias de cobardes e ignorantes.
Tal vez, al igual que el sapo, intente parecer vivo, intente dar un paso más. Aunque no lo creo, porque al fin y al cabo, seré consciente de mi muerte.
El sapo no sabía que iba a morir, se quedó a medio salto de la vida. Con los ojos muy abiertos, esperando comer una última mosca.
Es hermosa la muerte en el bosque.
Parecemos héroes cuando morimos libres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario