He despertado y Lobezno me ha mirado legañosamente en el espejo.
He apagado la luz y he meado a oscuras, un tanto deprimido con el humo de un cigarro que aún no sé cómo ni cuándo ha aparecido entre mis labios irritando mis preciosos ojos verdes.
He pensado en peluqueros y pilosidades.
Y que la elegancia al despertar es un mito.
El domingo se prepara jocosamente banal.
Joder.
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