Soy un dechado de imperfecciones que no tienen tiempo ni paciencia para convertirse en mediocres perfecciones.
Soy lo que la lluvia no puede arrastrar: una capa de tristeza que no se degrada, no se diluye.
Soy fuel en el agua del ánimo.
Cristo el charlatán no pudo redimirme, no sirvieron de nada aquellos latigazos y escupitajos que ofrendaron al loco.
Solo sé que soy lo que no tiene arreglo, la miseria que la muerte se llevará en estado puro.
Soy la imperfección incontaminada.
La más perfecta imperfección.
Parece contradictorio; pero ¿qué no lo es?
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