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Que un viernes sea santo, le quita la gracia de que sea festivo y de libertad.
Lo de santo siempre conlleva obligación, una devoción penitente, como una jornada laboral o un día de elecciones políticas. Al menos para los crédulos.
Yo soy alegre, festivo, jocoso y sexual sea el viernes santo, la venida del anticristo o el cumpleaños de cualquier prócer patriota de tantos que hay.
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