miércoles, 23 de junio de 2021

El catecismo de El viejo y el mar


No he podido acabar de ver la película El viejo y el mar.

Ese mensaje continuo de que los viejos se han de relegar a un lado, que son incapaces de realizar el trabajo de alimentarse y ganarse la vida; es desmesuradamente machacón.

Dice la película que por mucho empeño que pongas, la vida se preocupará de acabar con todo tu esfuerzo para conseguir al final, nada. Y es verdad; pero no a ese nivel de mártir beatitud.

Añade además, que tu larga experiencia no sirve para una mierda. Mejor te dedicas a la mendicidad cuando llegues a viejo.

Y por supuesto, acepta que cuanto más pobre eres, la vida más te hunde en la miseria. Es cierto; pero que la vida te convierta en un tarado mental, es algo que ocurre en según qué genéticas.

Desde luego no siempre es así; sin embargo la película y su novela (con toda probabilidad) dan el mensaje inequívoco de la inutilidad de la vejez. Hay unos cuantos intelectuales (de los que no ha conseguido asesinar la globalización dictatorial del imbécil) que en la vejez siguen exhibiendo un musculoso cerebro.

Sin embargo, todo ese tremendismo machacón, cansino e incluso ingenuo, no es lo malo. Lo realmente agresivo es que se ensalza la ruina y la incapacidad para elevarlas al grado de virtud, como una santidad de quien las “goza”. La herramienta: el niño que lo cuida, lo alimenta y lo acompaña, demostrando así que hasta un crío es más válido que un viejo. Vamos, lo mejor que le puede ocurrir a un ser humano es llegar a viejo con un cerebro podrido e incapacidad para alimentarse.

Es una especie de catecismo enseñado a base de mártires muy sufridores; pero en laico. El argumento ideal junto con el miedo, para amansar a las masas de votantes de las falsas democracias actuales.

Y ni que decir tiene, que hay viejos que son auténticos hijos de la gran puta. Que nadie se crea que todos los seres humanos merecen llegar a la vejez.

Si es que la miseria que ha alcanzado la sociedad actual, venía de muchos años atrás fraguándose traidoramente.

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