Camino en plena madrugada cuando no hay absolutamente nadie en la calle, cuando los semáforos en rojo detienen el tráfico a nada. Cambian de color sin que sea necesario, son los autistas de las frías noches. Se niegan a creer que son cosas y hacen su trabajo con patética voluntad.
Siento lástima por ellos.
Cruzo la calle y el semáforo de los peatones brilla en verde, como si se alegrara de poder servir para algo por fin.
Los semáforos necesitan seres vivos.
Yo no quisiera ser semáforo.
(Fragmentos de Las tertulias de las frías noches, de Iconoclasta)
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