Contra tu sensual voz lanzaré mis gruñidos más erectos y dolientes.
Te diré que me duele tanta dureza, tanta sangre.
Que me des consuelo.
Seré animalidad avergonzando a la razón.
Seré lengua arrastrada, mojada y pesada en tu oscura y seda piel deseada.
Iconoclasta
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