miércoles, 26 de mayo de 2021

Un adiestramiento ejemplar


Un par de críos de entre seis o siete años jugaban en la acera, frente un parque infantil del barrio. Llevaban el bozal bajo la barbilla. Cuando estaba suficientemente cerca, a punto de rebasarlos, dejaron de perseguirse, se situaron en el parque dejando la acera libre y ajustaron sus bozales a sus hocicos casi en posición de firmes. Me miraban detenidamente a ver si hacía yo lo mismo. Y una mierda.

Pero sí que sentí cierta pena por no llevar en esos momentos unos snacks de gato, de los que le doy al mío porque me sale de la polla en cualquier momento.

Les hubiera tirado unos cuantos al suelo como premio a su buen adiestramiento.


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