Menos mal que le toca de vez en cuando a un ilustre prócer sentir la mordida de la vacuna fascista, aunque no sea por ello la razón del ataque. Es casualidad que recién vacunados, el corazón sufra raros espasmos y la sangre se haga canicas.
Debe tratarse sin duda alguna de posesión diabólica.
Aunque según dice el nuevo y normal gobierno fascista español del coronavirus, la culpa sería también de alguna aspirina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario