sábado, 13 de febrero de 2021

Ni tan riesgosos ni tan rebeldes


Es tan obsceno en su decadencia… Hay mujeres y hombres que se muestran enérgicos, adrenalínicos practicando deportes de riesgo y de alto esfuerzo, pagando una pasta por ello. O luchadores contra la represión en las grandes y sucias urbes superpobladas; pero ninguno se quita el bozal ni para sangrar ni estar consigo mismo.

Además, con todo ese valor y energía que alardean tener, se morirían descargando un camión de sacos de cemento en una obra. Lo sé porque lo he visto, no es una suposición o un rumor. Nací obrero y me salieron los dientes entre ladrillos y cemento, entre alturas y afilados cascotes.

Infantilismo y cobardía están ya tan incrustadas en el código genético humano que crea monstruos como éstos: manifestantes violentos luchando por la libertad arrebatada por los fascismos surgidos con el coronavirus ¡combatiendo contra la policía con bozales o mascarillas! Para cubrirse la cara y no ser reconocido hay verdugos y pañuelos; pero combatir o manifestarse violentamente con el bozal que los amos han impuesto a sus perros callejeros es imbécil, por decir lo mínimo. Luciendo la principal imposición por decreto fascista o franquista y el máximo símbolo de la represión y por supuesto de la sumisión: el bozal; solo hacen el ridículo. Sus amos fascistas los toman por niños traviesos que al fin y al cabo, son obedientes como caniches de circo.

Es tan evidente la decadencia de las sociedades fascistas europeas, que sin pretenderlo, busco los horarios de los circos donde dan de comer a los tigres con cristianos vivos.

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