“Ojalá se te acabe la mirada constante
La palabra precisa, la sonrisa perfecta
Ojalá pase algo que te borre de pronto
Una luz cegadora, un disparo de nieve
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte”
(Ojalá, de Silvio Rodríguez)
Se va un trovador y nos quedamos un poco más solos en una sociedad decadente donde la cultura y la razón están sometidas al fascismo de la ignorancia, el miedo, la indolencia y la cobardía.
Bueno, pues eso, la palabra es ya un emoji en manos de gente que no sabe bien qué hacer con ella.
Y un maestro menos.
Que una luz cegadora, lo guíe allá donde hubiera soñado estar, si existen semejantes sitios.
Bye, don Pablo.
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