Todas las dictaduras invierten el dinero que roban a sus obreros para publicar sus panfletos ideológicos y propagandísticos, ya que es esencial cambiar genocidio y la prohibición de respirar por, amor a los seres humanos, el cuidado de los españoles por encima de todo; y por supuesto: la libertad es enfermedad.
Y así, por lo visto entran los periodistas buitres (en el caso de que la parábola fuera cierta) a picotear sobre la miseria humana para publicar las edificantes fábulas del fascismo y lo mala que es la libertad para la salud.
Si el bueno de Jorgito muere le harán pedorretas. Y si vive se le clavará en la oreja un marchamo como a los cerdos y se le presentará como negacionista reconvertido al fascismo; y soltará flores de muy variados colores y aromas a favor del fascismo de la misma forma que los exfumadores dicen lo malo que es el tabaco de repente y porque ya no pueden fumar.
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