jueves, 30 de julio de 2015

Permanecer

Lo dejas todo atrás, como si ya hubiera acabado. Te retiras, ya no eres del mundo. Solo viajas hacia la plácida muerte. Es un tránsito, quieres fumar tranquilo.
Y la sinfonía llega atronadora, expandiéndose como un manto blanco. Anuncia que no habrá descanso, que habrá más amor y más batalla. Más devastación.
Vete, huye.
Y te convences para protegerte de un nuevo cansancio, que has de estar fuera, que son aguas que no has de beber. Que te dispense la vida de apegos y amores.
Ya cumpliste.No te queda tiempo.
Has de ser oculto y secreto, estás apagado, estás acabado. Te repites a ti mismo como una letanía.
Pero las venas se dilatan y revelan la verdad: no hay cansancio. Solo es hartazgo que pasa con cada segundo.
Maldices tu fuerza y envidias a los ancianos que miran con los ojos cerrados al sol.
Y el corazón galopa con acordes de amores ignotos de nuevas posibilidades e imposibilidades, aceptas con determinación lo malo y lo bueno.
Y estallas como una supernova en el negro espacio iluminando a tu pesar caminos que no querías ver.
Permaneces atento, permaneces en la vida. Duela o no.
No hay otra cosa que hacer hasta morir, dice el alma.
Y tiras la colilla porque te molesta para encender otro cigarrillo.
Hay que apresurarse, aunque no sabes para qué.
Avanzas a la luz, y te muestras, no sabes a qué o quien; pero eres un gladiador deslumbrado en la arena.
Otra vez...


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