jueves, 16 de julio de 2015

Unas risas

 
Y allí estaba Dios, cubriendo la piel de la puta con su manto de bondad divina.
Me santigüé sin ganas, por pura educación, para no discutir. Estaba caliente.
Se la metí y le dejé sesenta euros en la mesita al lado de la cama.
- ¿Te ha gustado? -preguntó la voz de Dios.
-Es un coño vacío. Tienes buena voluntad, pero lo estropeas todo.
-La bondad no es compatible con el comercio de la carne.
-No me jodas. ¿Aún con esas? Mira que te gusta revolcarte en el drama sin hacer nada. Las putas no son hamburguesas.
Dios lanzó una carcajada.
Y yo también, es un cabronazo, como yo.

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