Y la sinfonía llega atronadora, expandiéndose como un manto blanco. Anuncia que no habrá descanso, que habrá más amor y más batalla. Más devastación.
Vete, huye.
Y te convences para protegerte de un nuevo cansancio, que has de estar fuera, que son aguas que no has de beber. Que te dispense la vida de apegos y amores.
Ya cumpliste.No te queda tiempo.
Has de ser oculto y secreto, estás apagado, estás acabado. Te repites a ti mismo como una letanía.
Pero las venas se dilatan y revelan la verdad: no hay cansancio. Solo es hartazgo que pasa con cada segundo.
Maldices tu fuerza y envidias a los ancianos que miran con los ojos cerrados al sol.
Y el corazón galopa con acordes de amores ignotos de nuevas posibilidades e imposibilidades, aceptas con determinación lo malo y lo bueno.
Y estallas como una supernova en el negro espacio iluminando a tu pesar caminos que no querías ver.
Permaneces atento, permaneces en la vida. Duela o no.
No hay otra cosa que hacer hasta morir, dice el alma.
Y tiras la colilla porque te molesta para encender otro cigarrillo.
Hay que apresurarse, aunque no sabes para qué.
Avanzas a la luz, y te muestras, no sabes a qué o quien; pero eres un gladiador deslumbrado en la arena.
Otra vez...
No hay comentarios:
Publicar un comentario