jueves, 1 de febrero de 2024

tg--Si Cristo no fuera mitología hubiera sido así, fijo--ic

Pues no le veo la polémica a la publicidad de la semana santa.

Es muy correcto el cómic de Jesucristo.

Si el personaje hubiera existido y teniendo en cuenta los superpoderes que exhibía, las cosas que decía de tanto amor a indiscreción y sin reparos por todo lo que respira y lo que se mueve, tocar a leprosos como si fueran perritos... ¿Y esa parafilia suya por ser torturado, mutilado y colgado en la cruz entre dos delincuentes? Era fácil imaginarlo así, decididamente queer. Y con los pezones de proporción áurea, ni muy grandes ni pequeños; pero notables, donde se puedan colocar pinzas dentadas para los juegos queer.

Afeminado, absolutamente depilado, con la piel más pura que la de un bebé; el pelo moldeado por una profesional que le untaría, además de otras cosas, gel hidratante con un toque de rosa en toda la piel y le quitara los pelos del entrecejo. Y con una uñas con las que podría dar de comer a un bebé de lo limpias y diáfanas que son.

Es tal cual debería ser, incluso con ese alarde de fetichismo y parafilia por la corona de espinas (que muy zorro el autor no se la ha puesto para no ensuciar su cuidada piel con sangre) que a tantos excita y que por él, probarían el pescado igual que comen la carne.

Al Jesucristo Superestar de los 70 yo lo veía demasiado vulgar. No tenía la raya de los ojos bien delineada y su barba no era tan perfectamente recortada y bífida, sin un solo pelarro fuera de control.

El muñeco del cartel parece el Kent de Barbie de Dios.

Es mejor este queer sevillano, mucho más morboso. ¡Dónde vas a parar!

La gente se queja porque está de moda ser hipersensible como lo es su amo el presidente de la narco nación española que susurra con voz beata sus mentiras en televisión.

Y eso de que aman y toleran tanto al prójimo, una mierda. En realidad al prójimo le arrancarían los ojos por pura envidia porque no llevaba el bozal como ellos lo llevaban bien ceñido en el hocico por orden del amo con el otro cuento del coronavirus.

Y otra cosita, de cartel renacentista nada, el papa de turno hubiera ordenado quemar el cartel y al autor al ver al rarito.

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