Sigo
pensando que esto del coronavirus es muy oportuno. Al poder y a los
supermillonarios les ha proporcionado la excusa ideal para declarar otra crisis
económica y robarle el dinero a los trabajadores y así, acaparar más poder y
riqueza con el beneplácito del silencio de los corderos temerosos del
carajovirus.
Y no deja de
tener cierta apariencia de oráculo aciago, al estar próximas las fiestas
religiosas de la semana santa.
En las
fallas de Valencia arderán como en la edad media montañas de cadáveres. Soy
único imaginando películas distópicas.
Afortunadamente
los solitarios están razonablemente a salvo de las epidemias globales.
Tal vez el
coronavirus sea también una buena herramienta de la naturaleza, para que los
valientes solitarios dejen su mensaje genético con más fuerza.
El
coronavirus tiene un remedio eficaz al igual que todas las enfermedades
contagiosas: mantener una distancia digna e higiénica de otros seres humanos.
La soledad, además de hermosa, es profiláctica.
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