jueves, 21 de noviembre de 2019

La muerte invierte en ciencia.

Es una constante universal: la necesidad de matar más y mejor es uno de los grandes mecenazgos de la ciencia y la tecnología.

"Los avances tecnológicos (incluidas las invenciones del escobillón, los cartuchos de papel y las bayonetas) hicieron los fusiles más baratos, más fiables, más rápidos y más mortíferos. De forma similar, aunque los nombres de científicos como Galileo Galilei, Isaac Newton y Leonhard Euler son famosos para muchas generaciones de escolares, con demasiada facilidad se suele olvidar que algunos de sus trabajos más importantes estaban relacionados con la trayectoria de los proyectiles y el intento de comprender las causas por las que se desviaban con el fin de permitir una artillería más exacta. Estos distinguidos científicos contribuyeron a producir armas más potentes y cada vez más fiables; los avances militares y tecnológicos iban de la mano en la era de la Ilustración."

(Fragmento de "El corazón del mundo: Una nueva historia universal" de Peter Frankopan)

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