martes, 26 de marzo de 2019

Velocidad y civismo


Es que me encuentro con cada caso patológico… Y lo peor es que en este medio rural, apenas hay gente. Está visto que tengo imán para la miseria humana.
Paseaba yo feliz oliendo el apestoso aire cargado de aromas putrefactos de estiércol y me crucé ante un gordo sentado en uno de los bancos de madera con las piernas estiradas invadiendo parte del angosto camino, con gorra Salomon sudada hasta el desagrado, fumando con vanidad y dejando caer la ceniza sobre su poderoso pecho. A su lado había una bici y el velocímetro indicaba que había alcanzado los 46 Km/h.
Y resulta que la velocidad está limitada a 20 putos Km/h. Por dios…
La envid… La indignación por esa falta de civismo me impulsó a ser héroe con la esperanza de que hubiera cerca algún policía hembra y me la chupara por ser tan buen ciudadano.
-Perdona. Eso no está bien. ¿No sabes que es peligrosa esa velocidad en una vía peatonal?
Miró al cielo tomando paciencia y contestome:
-¿"Cuála" velocidad? Estoy sentado.
-La que indica el velocímetro de tu bici.
-Vale, te juro que no lo haré nunca más.
Me sentí bien, era una respuesta correcta.
Mientras le santiguaba díjele:
-Ego te absolvo, cabronazo.
Se encogió de hombros, dio una aparatosa calada al cigarrillo y lanzó la colilla sin querer entre mis pies.
Emprendí mi camino de nuevo un poco defraudado porque ninguna policía estaba allí para practicarme una felación de recompensa ciudadana.
El ciclista debió hablarle a un cuervo que se oía graznar por allí, a mis espaldas oí que decía con aburrimiento:
-Hijo puta…

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