lunes, 17 de octubre de 2016

El cielo divertido


Como si un jardinero muy arriba y oculto, limpiara el cielo con un colosal rastrillo.
Y pienso que en la tierra, alguien debería hacer lo mismo con un rastrillo de acero al rojo vivo. Cauterizante.
Unos dirían en trance místico que es el Rastrillo de Dios, yo le otorgo al cielo y al viento su veleidosa travesura. Su divertida volición.
Los dioses le roban la magia a todo, aburren.
No me engaño, no hay hechizo, no hay duende.
Pero tengo tiempo y espacio para admirar y soñar.
Es mejor mirar el cielo que los rostros que no cambian. Inmutables, previsibles.
Y camino y fumo bajo el rastrillo que se disuelve y con él, mi breve momento para la ilusión.

No hay comentarios: