Ésta no es una de las botas que Pulgarcito le robó al ogro.
Estas son las botas de los siete cigarros, de las mil blasfemias, del calor, del cansancio, de la vanidad y la fuerza.
No es que sean mágicas, el mágico soy yo.
Porque si tuviera que aplicar la cruda realidad, debería confesar que no son nada, que solo me permiten caminar sin que me sangren los pies.
Cosa que no es nada extraordinaria.
Tenía que perder el tiempo en mis divagaciones, no tiene mayor importancia.
También he pensado en el precio de las naranjas; pero no me estimulaba a escribir fruticosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario