lunes, 4 de julio de 2016

Gracias a Dios


Cuando dejes de dar gracias a Dios por lo que has disfrutado gracias a ti mismo.
Cuando dejes de pedir perdón a Dios por tus errores y los que te han jodido de los demás.
Cuando dejes de rezar para combatir el miedo.
Entonces, y solo entonces, concluiré que al menos tienes cojones.
O que no eres tan sumamente idiota y servil como te tenía.
Hasta que no llegue ese momento, te seguiré soportando con medido desprecio y falsa admiración.
No me voy a pasar la vida peleando con crédulos pusilánimes, coño.
(Donde digo cojones, aplíquese ovarios, según convenga)

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