Vivo entre muros de 1841, lo que quiere decir que ya han muerto aquí algunas generaciones. No es menos extraño que la luz del sol, que es luz del pasado.
Lo difícil es conciliar la actualidad de los latidos del corazón, con las cosas viejas que me dejaron al nacer. No es raro sentirse ajeno al mundo. Nada es mío y lo de los muertos no lo quiero; pero debo soportarlo. Hay cierto negro romanticismo en ello, solo eso.
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