Es un poco raro, incluso para alguien que no fuera yo podría resultar embarazoso describir.
Este ademán es cordial y satisfecho, porque cordialmente he cubierto su coño con la mano y he sentido como se escurría en la palma de mi mano, con mi glande ahogándose excitado en su propio flujo, encerrado en la bragueta expandiéndose casi con dolor. ¿A que soy cordial y simpático? Si es que el rostro de la afabilidad es innegable.
Estoy contento también porque sé que mientras escribo esto, alguien menos importante que yo morirá con una inmensa agonía, con un dolor atroz. Sonrío ante esa más que probable posibilidad que las estadísticas dicen.
Sonrío porque unos sufren y yo fumo.
Porque si yo estoy bien, todo está bien.
¿A que mi sonrisa es arrebatadora y besable?
Soy el reflejo con clase y atractivo de millones de hijos de puta.
Cordialmente vuestro: un obsceno odiador.
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