domingo, 28 de junio de 2015

Sin resacones, sin sorpresas


Te levantas, sientes el nuevo día y te ríes de que sea nuevo, da la impresión de que se han equivocado con la programación y la han repetido: el mismo  calor, la misma tos, las mismas legañas que pinchan al frotarse los ojos que tengo que arrancar con la punta de la navaja....

Así que escribo y le pongo fecha a este día, eso me da paz.

Y me doy cuenta de que hoy toca morir, lo anoté ayer. Por lo visto sentí una fuerte punzada en el hombro izquierdo, vomité y escupí algo de sangre con una tos seca. Alguien que conocí murió de forma parecida, tengo mis razones.

Bueno, al final, alguna novedad. Hubiera preferido más dinero para hoy.

Nunca es tarde para el dinero.

Enciendo el HI-FI y Battiato canta del animal que lleva dentro y estoy de acuerdo.

Así que devoro un bocadillo de tortilla de atún y escupo un poco más de sangre y vomito y no puedo levantar el hombro por lo mucho que duele y tengo un frío del carajo.

Mi erección no tiene sentido; pero ahí está. Es un asco ser tan hombre.

Anoto en el diario: la estoy palmando, para que nadie piense que la muerte me cogió por sorpresa, y no limpio la ceniza del cigarro que ha caído ni las manchitas de sangre que he salpicado.

El animal que llevo dentro y yo agradecemos la soledad. Sería insoportable tener a alguien cerca que te dijera: esa sangre y esa palidez no es normal. Ve al médico.

No me apetece morir en una sala de espera o ingresado. Me deprime que me conecten a un goteo, y duele. No me relajo con una aguja en la vena.

Los dedos de los pies se han amoratado, así que es eso: un coágulo se ha  instalado en los pulmones.

Hoy no habrá paseo, las escaleras son un precipicio insalvable.

Coloco en el reproductor Resacón en Las Vegas 2, me gusta el inicio, cuando al despertar no se acuerdan de lo que pasó ayer, no saben donde están. Me río mucho durante ese antológico despertar de cabezas rapadas, tatuajes y resacas de visión difusa.

Y también me abandono al llanto, porque mi vida no fue así, no fue inesperada.

Y entre risas arrancadas, algún esputo de roja espuma y las humillantes lágrimas; sé que no veré el final.

Los animales de granja son sacrificados antes de que sufran demasiado. Mi ganadero siempre ha sido un tanto desidioso.

Me hubiera gustado ver cuando el chino salta enloquecido del congelador.

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