sábado, 3 de agosto de 2019

La lentitud española


Los politiquillos y algún articulista se exclaman y barajan tesis sobre la desaceleración de la economía española (como si alguna vez hubiera sido veloz).
Bueno hay que ser consecuentes con lo que se vota, con lo que se pide y lo que resulta: desde el momento en que toda la población lleva un teléfono en el culo, compra televisores curvos e inteligentes y no se pierde unas grandes vacaciones que requieren créditos; la población es capitalista, está integrada en un sistema capitalista como todo occidente.
El fallo llega cuando una sociedad desesperadamente capitalista, juega al progresismo barato y populista: aumentar impuestos a los que crean capital (empresas), acortar la jornada laboral, subir las pensiones, subir por las nubes el gasto en sueldos de funcionarios, recortar libertades sociales en nombre de la salud pública (como lo hacen los gobiernos madres de los países comunistas o socialistas), etc… Es entonces cuando el capital se retira y deja de crecer todo lo económico y por tanto el trabajo, la ciencia, la sanidad, la educación…
¿De verdad algún ingenuo se puede pensar que el capital se va a dejar robar beneficios por partidos procomunistas o socialistas? La decadencia social y popular es ya trágica.
Porque vamos a ver: ¿De verdad los votantes de un país tan capitalista como banal que es España, quiere un gobierno a lo chino?
Y una mierda, solo piensan que votar es un juego y que es romántico y molón ser anarquista de manual, votar a las izquierdas maternales y parecer un “no capitalista” con el smartphone en el bolsillo trasero del pantalón y una bici o patinete eléctrico entre las piernas.
Si muerdes la mano que te da de comer estás jodido. Y si un perro flaco como España la muerde, la flaqueza se convertirá en miseria aceleradamente.
Así que ante el riesgo de que un nuevo Zapatero con una guardia pretoriana como Podemos, lleguen al poder para cobrar sus predicados impuestos y castigos al capital, a las empresas; el capital se retira y dice: os jodéis.
No hace falta ser un genio para ver lo obvio.
Pero sí que hace falta ser un lelo para preguntarse el porqué una economía se desacelera, relatando causas y efectos fantasiosos y pseudo economistas de universitario atontado.

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