lunes, 24 de junio de 2019

Reyes venidos a menos


Todo ser humano al nacer es recibido con honores de aristócrata y prodigio para morir anodino.
Es por esa manía de sobrevalorar al neonato y celebrar que sus genes serán tan potentes como los de mamá y papá, e incluso mejores (si el niño despide chorros de inteligencia láser, papá y mamá algo tendrán que ver ¿no?).
Y luego está la otra manía, que al final es la que cuenta: la de ir creciendo y con ello, haciéndose más mediocre hasta conseguir la invisibilidad absoluta.
Hay excepciones; pero lo único que cuenta son las estadísticas. Como en las elecciones.
No es de extrañar que se hayan inventado tantas cosas de Jesucristo (él incluido). Llegando incluso, a prostituir la historia con esas ridículas coletillas de “A.C. y D.C.”, y no me refiero a la banda de heavy metal australiana, genios.
Lo que sí es cierto y un efectivo prodigio de táctica digna de admirar es aquello de “una mentira mil veces contadas, se hace verdad”.

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