viernes, 1 de diciembre de 2017

Cumple años Carol Alt


Su madre era modelo y empleada de aerolíneas, de casta le viene al galgo.
A los 18 años comenzó a trabajar de modelo para pagarse los estudios universitarios (y estoy seguro de que muchas cosas más). En los años 80 del siglo pasado, saltó a la fama por ser portada de Sports Illustrated Swimsuit Issue y a partir de ese momento, protagonizó más de 500 portadas, convirtiéndose en una de los mejores modelos de su tiempo. Fue el rostro de publicidad de Diet Petsi, General Motors, Cover Girl Cosmetics, etecé, etecé, etecé... Y fue la primera modelo en producir sus propios pósters y calendarios. Ha escrito algunos libros sobre dietas, y ha trabajado en algunas mediocres películas.
No importa lo que haya trabajado o escrito, solo importa lo buena que está. Creo que en algunos casos el cerebro resta glamour. El mío no.

Cumpliría años Bertha Fry, anciana supercentenaria estadounidense que murió unos días antes de cumplir 114 años. Cuando murió era la tercera persona viva más vieja del planeta.
Supongo que el mérito está en aguantar todo ese chorro de años tanta imbecilidad y mediocridad. Esa es una de las razones por las que fumo casi compulsivamente.

Cumpliría años Pablo Escobar, narcotraficante, terrorista, secuestrador, extorsionador y efímero político colombiano, creador del Cartel de Medellín. Lo llamaban el Patrón del Mal o Zar de la Cocaína. En la década de los 80 del siglo pasado, según la revista Forbes, fue uno de los hombres más ricos del mundo durante siete años consecutivos.
Una especie de héroe para los pobres analfabetos y seres con poco cerebro y escasa capacidad para el trabajo. Muchos querían ser como él, pero el bueno de Escobar mataba todo lo que se movía.
Hasta que el ejército por fin, le pegó un tiro.

"Adiós al yeti: el abominable hombre de las nieves resulta ser un oso.
El ADN de muestras del supuesto yeti desvela que pertenecen a osos de varias especies y a un perro.
El País, 29/11/2017
Por si aún queda alguien que crea en la existencia del yeti, la genética ha venido a despertarle. El análisis del ADN de una decena de supuestas muestras del abominable hombre de las nieves ha desvelado que todas menos una pertenecen a alguna de las especies de oso que viven en la región del Tíbet y las laderas del Himalaya. La última muestra es de un Canis lupus familiaris, es decir, un chucho. El estudio, sin embargo, ha permitido conocer la historia evolutiva de los osos más amenazados del planeta y los caminos que recorren las leyendas.
La investigadora noruega Charlotte Lindqvist era escéptica al principio. La productora británica Icon Films estaba preparando un documental sobre el yeti, el animal mitológico de la meseta tibetana, y contactó con ella para que les ayudara. Lindqvist es una bióloga especializada en genética y evolución de los úrsidos, en particular el oso polar. Una de las posiciones entre los aficionados a la criptozoología es que la criatura estaría emparentada con los osos (otra vertiente la relaciona con los primates). La oferta era tentadora, le ofrecían una decena de muestras recogidas de museos locales, monasterios budistas y de particulares. Había restos de piel, pelos, dientes, huesos y heces fecales del abominable ser.
"Nuestro análisis genético deja claro que las muestras proceden de osos locales, lo que sugiere que el mito del yeti tiene su origen en hechos biológicos que tienen que ver con los osos que viven en la zona en la actualidad", dice Lindqvist. Para el cotejo, los investigadores recogieron otra decena de muestras de, esta vez sí, osos reales.  Aparte de un diente conservado en uno de los museos del famoso alpinista Reinhold Messner, que anduvo buscando al yeti en el pasado, las otras nueve reliquias eran de tres tipos distintos de oso: el tibetano, oso pardo del Himalaya y oso asiático. Y el diente del museo resultó ser perruno.
No es la primera vez que se usa el análisis genético para desmontar la leyenda del yeti. Pero los trabajos previos habían dispuesto de una o dos muestras o se habían basado en un muestreo de fragmentos de ARN mitocondrial para sus conclusiones. "Las nuestras se basan en más datos y análisis más rigurosos, incluyendo la reconstrucción filogenética de todo el genoma mitocondrial de varios osos negros, polares y pardos. Solo así, con una potente base estadística, podemos ubicar las supuestas muestras del yeti entre las modernas poblaciones de osos de la región", explica la profesora de biología de la Universidad de Búfalo (EE UU).
El cómo han llegado pelos o huesos de osos a ser venerados como reliquias de un ser legendario tiene que ver más con la antropología que con la biología. Aunque Lindqvist no es experta en las leyendas del yeti, jigou, chemo o similares, sí cree que la historia local de un ser especial, venerable, se contaminó al contacto con los occidentales: "La conexión con los osos puede venir de un profundamente arraigado respeto por la naturaleza y una conexión con la espiritualidad. Creo que, en cambio, la leyenda del abominable hombre de las nieves levantó el vuelo cuando el explorador británico Eric Shipton fotografió la famosa gran huella en la nieve y cuando las montañas del Himalaya se popularizaron entre los occidentales que iban a escalarlas. Así el yeti entró a formar parte de la cultura popular occidental".
Pero en la búsqueda del yeti, la investigación ha encontrado información muy valiosa sobre los osos de esta zona tan extrema de Asia. Aquí conviven, aunque en distintas altitudes, tres especies de osos, las tres están amenazadas o en peligro de extinción. El análisis, publicado en Proceedings of the Royal Society B, muestra que el oso pardo tibetano comparte un ancestro común relativamente reciente con los osos pardos de otras partes de Eurasia y Norteamérica. Sin embargo, el oso pardo del Himalaya pertenece a un linaje evolutivo distinto que se separó hace unos 650.000 años. La separación pudo producirse en los máximos de una glaciación que aisló durante milenios a las poblaciones de osos.
"Fue lo más fascinante del estudio", comenta Lindqvist, que añade: "Las antiguas leyendas o las historias de extraños animales han dado lugar al descubrimiento de nuevas especies, como el okapi, el unicornio africano. Y si hay quienes reúnen restos de ejemplares de otros críptidos o criaturas míticas, nos permitirán no solo profundizar en las raíces del mito y su posible base biológica, sino también en los animales y ecosistemas que representan"."

Menudo disgusto para los crédulos... Bueno, aquí no acaba todo: con toda probabilidad, alguna ONG Pro-Yeti se inventará alguna extraordinaria conspiración creada por el poder, en el que han suplantado las cagadas del verdadero yeti, por el de un piojoso oso de circo que rondaba por allí y era propiedad de unos gitanos.
Los biólogos no tienen corazón con los cuentos chinos o asiáticos. Que no desesperen los que han comprado souvenirs del yeti; la leyenda, al igual que la de Jesucristo, Mahoma y otras hierbas, continuará viva gracias a la ignorancia que no descansa jamás.
Y dentro de lo malo, podría haber sido peor si los restos hubieran sido de un animal más "indigno" como el cerdo (el de cuatro patas, el original).
A cascarla.

Fin de semana y "Sexo, drogas y rocanrol". Sí, todos sabemos que es un grito de guerra; pero también conocemos la triste deriva que suele llevar el fin de semana si no eres millonario: consumiendo un pack de latas de cerveza de oferta en el súper, mirando con los ojos enrojecidos alguna película mala o un partido de fútbol. Y si hay suerte, follar en el meadero de algún antro.
Pero como pasa con el yeti, que nadie os quite la ilusión.

Buen sexo.
Iconoclasta

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