martes, 5 de diciembre de 2017

SU presidente, no el mío


Han hecho carteles idealizados de monseñor Puigdemont, casi alegorizándolo como a los más ilustres dictadores contemporáneos: Primo de Rivera, Stalin, Hitler, Franco, Mussolini…
Como el más gallardo de los héroes falangistas…
Casi escupo el cigarro al verlo, porque me ha venido a la mente aquellos primeros años de colegio y los libros de la dictadura, donde aparecían todos aquellos asesinos de la dictadura idealizados como héroes y mártires.
Me pregunto quién ha sido el genio de diseñador gráfico que ha cometido semejante bodrio. Porque se ha pasado dos pueblos de lo que es “vintage”.
Por favor, qué miedo…
Y además, eso de “El nostre president” (nuestro presidente) es de una cursilería, paternalismo y fascismo que huele a rancio de años ha. Evoca las mejores y más largas limpiezas étnicas que han habido, incluida la de Milosevic.
Aparte de esto desearía matizar que no tengo ni amo ni dios. Y mucho menos presidente.
A mí no me preside nadie.
Los presidentes lo son de un país o de la cocacola; pero míos no.
YO no rindo culto más que a mi pensamiento absolutamente desinhibido e inescrupuloso.
Quiero decir que, si veo a dos hermanos/as follando, en pleno coito, yo digo: “Pues que bien” y me enciendo un cigarro de la misma forma que observo pastar a las ovejas o las vacas. Sin más sobresalto ni implicaciones éticas, morales o legales. Que cada cual haga lo que le dé la gana mientras no me molesten.
Y el que alguien diga que Puigdemont es mi presidente, me jode. Era el presidente de ellos y de Cataluña; pero mío: nasti de plasti, nein, nada, cero, una mierda.
Además, de lo muy cursi y paterfascista que queda el lema.
El nostre president…
No mames (no jodas, en mexicano en el original; sé idiomas).

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