domingo, 10 de diciembre de 2017

Repúblicas africanas


Una mañana, salí a pasear y me encontré así las barandas de los puentes.
Yo pensé que eran señales de peligro, que se caían los dichosos puentes; pero circulaban coches y peatones y deseché la idea. Luego pensé que eran tiras atrapamoscas; pero no había ni una sola asquerosa mosca pegada a las tiras de plástico amarillas.
¿Y si había una epidemia de lepra y era un aviso para los visitantes? Como en tiempos antiguos.
No me convencía, porque no vi leprosos con cascabeles colgados del cuello, ni ratas muertas por las aceras; así que tras dos segundos más de duro esfuerzo mental y observar las inmundas tiras amarillas lo entendí: intentaban parecer los famosos lazos amarillos independentistas catalanes, pidiendo la liberación de unos presos.
Y como cobran a diez o veinte euros por lazo, alguna facción de peonaje independentista decidió elaborar su propia protesta sin tener que dejarse la paga del mes en lacitos. Debieron ir a un chino y compraron cualquier cosa amarilla y la anudaron deprisa porque hacía frío, y evidentemente con cierta desgana y negligencia.
Pues menuda forma de afear un pueblo, coño. Tengo la impresión de encontrarme en una zona deprimida, en alguna parte del Cuerno de África, donde usan cosas sacadas de los vertederos de basura para adornar las calles y hacer juguetes.
No debería estar reñido el fanatismo con el buen gusto. Yo soy fanático de algunas cosas y llevo plumas estilográficas carísimas de mucha clase y buen gusto.

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