domingo, 22 de marzo de 2015

El calor y el frío

Un clima puede ser bueno o malo para la salud anímica; pero si aún se es fuerte no hay que pensar en ello. Sobrevivo donde sea y como sea.
Lo que importa es el momento de escribir, el lugar adecuado para expresar lo que se desarrolla en este cerebro. Las temperaturas son importantes como lo son para los aparatos electrónicos de precisión.
Yo soy pura precisión quirúrgica, las emociones son cadáveres que destripar.
La sordidez de un paseo en la que el sol te aplasta o la maravillosa frescura que te lleva a caminar con más premura...
Con calor es fácil escribir sentado al aire libre en la sombra de un edificio o un árbol. Con el frío se es más telegráfico, se necesita ser rápido escribiendo todos los errores del planeta para que no se entumezcan las manos y le reste claridad a la escritura.
Con el calor se dulcifican las palabras, con el frío se endurecen y templan. La sintaxis varía en función de los grados de temperatura, como varía en función de la velocidad del viento que provoca  y arrastra las lágrimas de esperanzas y desesperanzas que hacen brillantes mis hermosos ojos verdes.
Mierda... Empiezo a divagar de nuevo.
Todo tiene sus desventajas e incomodidades. Porque claras ventajas, no las hay, para ello el planeta debería estar casi vacío de humanos que interfieren.
Lo bueno de ser malo, es que estás a salvo de hipocresías.

Y hace frío... Me tendré que arrancar las lágrimas con una navaja, como me arranco las emociones.

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