Que en las listas electorales españolas estén inscritos criminales o terroristas, aunque hayan cumplido condena, no es lo malo. Lo malo está en que sea legal.
Es obvio que la legalidad española está podrida. Que la corrupción, dejación y alevosa prevaricación del estado del Gobierno Español Nazi Penitenciario Homosexual Sanitario, es pura aberración impune.
La cantidad de ciudadanos que habrán marcados por no usar el bozal, que deberán pasar por juicios y trámites durante años por los acosos de la policía en los días de la humillación por coronavirus. Y los criminales que participan en los actos sexuales de las cortes con el partido nazi en el gobierno, con carta libre para mamar del estado español.
Precioso.
Y es que se ha erradicado de España el concepto de ética, como si fuera un piojo. En la profunda y negra España, no existe ética, solo la moral del arribismo maricón.
Solo en un país de podrida legalidad podía el nazismo poscoronavirus haber prendido con tanta fuerza.
Y sin embargo, la sarna que son los jueces está lozana y vigorosa; se expande como un universo de mierda.
