viernes, 9 de octubre de 2020

El coronavirus no es la cuestión



Sí, ya sé que son tiempos de coronavirus o covid 19.

Sé que hay mucha angustia humana por la posibilidad de contagio y sus consecuencias: calvicie, caída de pies o manos, amputación más concretamente (como la propaganda televisiva que el fascismo español transmite de vez en cuando para potenciar el miedo de la chusma), rotura de uñas, muerte, muerte, muerte e incluso toser y estornudar mocos. El simple catarro deprime y aterroriza a los millones de cabezas de ganado humanas que portan su bozal personalizado o de molón diseño.

Pero no es mi preocupación, soy un metafísico que reflexiona sobre cosas serias de verdad:

¿Por qué la pinche tortilla de patatas está tan requetebuena en la montaña?

Mucho más que en casa, que incluso la acompaño con los putos tomatitos Cherry que no saben a nada; pero son tendencia como se le llama ahora a la moda o mediocridad.

Igual es que soy un poco susceptible con el asunto de la libertad y me sugestiono… Pero no, mi inteligencia es perfecta bien entrenada e inasequible al mimetismo con la chusma. Soy de otro planeta, resumiendo.

Incluso he pensado que el buen sabor se debe a que se ha contaminado con esas bolitas erizadas e invisibles que son las cargas víricas, esas que flotan horas y horas como drones premium ante las narices de los miedosos y aguantan la respiración para no quedar impotentes o frígidas (otra secuela del coronavirus, fijo).

Si es así, no me puedo quejar, no pueden ser más malas esas bolitas del coronavirus que el hummus.

Pinche tortilla… Está que te cagas, moragas.

Murf y la relajante peonza


Su blancura no es angelical, cuando está despierto puede ser diabólico en su capacidad destructiva. La peonza me la aconsejó un exorcista de gatos para evitar más daños domésticos, le da paz, y de paso a mí también. Había probado con Netflix, HBO y YouTube, sin resultado alguno.

El Caudillo está rabioso


El Caudillo Sánchez, sus secuaces y caciques en el régimen fascista español de la nueva normalidad del coronavirus, están rabiosos por volver a reventar todo asomo de democracia.

Están preparando uno de sus fascistas decretos para robar a los ciudadanos su libertad, salud y dinero; para matar impunemente como en el primer estado de alarma que impusieron con el acoso de las fuerzas policiales y del ejército.

Se veía venir, cuando el cerdo prueba la sangre quiere más.


jueves, 8 de octubre de 2020

Frenando al fascismo español

 


“De vez en cuando la vida, toma conmigo café…”, cantaba Joan Manuel Serrat.

Bueno y de vez en cuando, entre tantos cobardes dictadores de tres al cuarto, surge alguien con suficientes cojones y poder para frenar (aunque sea poco) a los caudillos Sánchez e Iglesias y a sus caciques y secuaces.

Se les llena la boca con la palabra democracia y eyaculan con su “no me temblará la mano para joderos y prohibiros hasta el aire”.

Y la chusma que ha creído en ellos y sus medidas represivas con el pretexto del coronavirus, son el equivalente al pueblo alemán con su amor por el maricón de Hitler, o al pueblo ruso con sus reverencias al cabrón de Stalin.

Los que murieron y morirán por el fascismo español


Es justo lo que ocurrió durante el estado de alarma que impuso la dictadura de Sánchez e Iglesias, mataron a más gente que el coronavirus al dedicar hospitales y recursos solo a los acatarrados por coronavirus. De ahí que les fuera incómodo realizar autopsias, ningún dictador se carga sus crímenes a sus espaldas.

Sentido común


No es necesario ser epidemiólogo para llegar a esta conclusión, basta el sentido común y moderar la intensa cobardía de una población y gobierno decadentes hasta el vómito. Es la primera noticia en la que se critica con fundamento médico el confinamiento, al fascismo se le ha debido pasar por alto censurarla.

https://www.larazon.es/sociedad/20201008/tb3qgldfdjaivg47daxxuxa6bu.html


lunes, 5 de octubre de 2020

Compatibilidades del coronavirus


Hay que ser muy imbécil para, después de haber escuchado las mentiras de las noticias del régimen fascista español, y además haber colaborado en su invención; escribir semejante artículo.

Los que estaban enfermos de diabetes, de diarrea, diarrea mental, diarrea cobarde, del corazón, del hígado, de los riñones, los que tenían dolor de cabeza, caries y los que se masturbaban compulsivamente mirando al indigente Fernando Simón dar el parte diario de muertos e infectados en la tele; todos se contagiaban.

Y los que tienen el cerebro seco como el redactor de esta noticia, también se contagiará junto con el sida por tanto dar por culo con estupideces.

domingo, 4 de octubre de 2020

Del autocontrol y la meditación


En el budismo hay esa falta de entusiasmo que no puedo asumir. Pretende ser todo muy medido y reflexionado. Mal carácter el mío para semejante control.

No quiero ni puedo controlar mis emociones.

No hay en mis días tiempo para meditar, y para mayor inri, escribir es volcar todas las emociones posibles.

Me he dedicado a cultivar los reflejos y la rapidez del pensamiento, aceptando el alto grado de errores que ello conlleva.

Sé que es más elegante y eficaz la disciplina budista; pero al igual que para cantar se precisa una buena voz, para el control de las emociones se precisa un cerebro especial y, otra vez, demasiado tiempo.

Si he de reír o llorar en el momento adecuado, que así sea.

Quiero los grandes contrastes, arrancárselos a puñetazos a la vida.

Y no pretendo el saber ni ser comprensivo con mis semejantes, es como correr tras el viento.

Adoro mi naturaleza animal que va de la agresividad a la compasión, del amor al odio, del grito al silencio, del conocimiento a la irracionalidad.

Los no nacidos


Los no nacidos me preocupan un poco.

Pareciera que esperan su turno, y mientras tanto, pienso que tienen frío.

Pobrecitos...

No son como los muertos. Son como yo esperando que un día difiera del otro.

Siento pena por ellos, porque esperamos cosas imposibles.

Me sentiría mejor si los no nacidos fueran simplemente muertos.

Sin esperas, sin fríos.

Yo tengo suerte, más que ellos.

Moriré, algo definitivo por fin.

Pobrecitos los no nacidos, intentando respirar en el Océano de la Ambigüedad.


sábado, 3 de octubre de 2020

El cine de la nueva normalidad fascista española



Lo que afirma este director es pura chusmología*.

Como la población española ya está muy aterrada con el asunto del coronavirus, van a edulcorar el cine de terror para que no se traumaticen esas almas cándidas que son los votantes y ciudadanos bien integrados que sienten una fe ciega por sus amos fascistas y su represión de libertad y economía.

Aquellos cabestros que accedan a pasar dos horas en un cine con una puta mascarilla, podrán ver una nueva secuela del aburridísimo Joker (también interpretado por Phoenix), donde llora atormentado por los asesinatos que ha o pudo haber cometido, porque al fin y al cabo es un deficiente mental y confunde cagar con mear.

O al mismísimo Michael Myers llorar en brazos de una tetuda y sorbiendo mocos, lamentarse de que su familia no tenía dinero para hacerle el cambio de sexo y de ahí su odio hacia todo bicho humano viviente. La tetuda, que es lesbiana, se enamora perdidamente emocionada del psicópata y frustrado transexual Michael en una preciosa noche de Halloween.

Y así, (como todo en la puta nueva normalidad del fascismo español del coronavirus) todas las películas de mierda en las salas de cine españolas.

Hay que cuidar que el miedo de la chusma española se mantenga en límites aceptables para que no se caguen encima porque habrá escasez de pañales también.

Es lo peor que podía pasar, que jodieran el cine en favor de la miedosa chusma y en detrimento de la inteligencia.


*Chusmología: estudio de la chusma (conjunto de habitantes de una ciudad, con fe plena en sus gobiernos, obedientes y crédulos de que su voto ha servido para algo), su crianza, estabulación y castración.

jueves, 1 de octubre de 2020

Esto no ha acabado aún


Esto no ha acabado aún, volveré.

Siempre he sentido unas ganas tremendas de decirlo.

Soy un terminator frustrado.


La chica de los patines


Baja veloz por el irregular camino que corre entre prados, montañas y bosques, como si fuera fácil.

A veces extiende los brazos como alas y me pregunto si despegará.

Y no sé si sonríe por su habilidad, por el goce del aire fresco que la hace más bella si cabe, o simplemente por la música que escucha.

Tal vez, sin más, se sienta preciosa en el planeta y todo lo demás es accesorio.

Me fascina que siempre patina o camina deliciosamente sola, no precisa a nadie a su lado para ser una con el mundo.

Y sola se sienta en un banco más allá del mío para descansar con una sonrisa latente en el rostro.

Si no fuera tan viejo, diría que la amo. Solo puedo decir que la admiro cauta y secretamente.

Porque en el aspecto de la libertad y la independencia, de la maravillosa soledad; somos iguales.

Es importante encontrar seres así de extraños en la vida, aunque no sepas nada más de ellos. Incluso es preferible no saber nada para que no pueda dañarse la bonita percepción de su soledad.

En un mundo pletórico de convenientes compañías la chica de los patines es un trallazo, una veloz estela de libertad entre montañas.

Lo cierto es que si fuera joven tampoco me atrevería a amarla, se dice que la miel no está hecha para la boca del asno.

Estoy de acuerdo con la vieja expresión, excepto en la miel, que no me gusta.

Soy carnívoro.

Y ella es deliciosamente carnal. Una carne que en efecto, no está hecha para la boca del burro viejo.

No me preocupa, ya he amado demasiado.


miércoles, 30 de septiembre de 2020

La exclusividad que da el coronavirus


Este tiempo de coronavirus, después de todo, lo disfruto como una moda de ropa que me sienta bien. Me da buen rollo hacia mí mismo.

Yo no soy de llevar mascarilla, soy absolutamente inmune a la cobardía global; y cuando me cruzo ante alguien que lleva mascarilla no en el hocico, si no colgada de una oreja o de la mano como un bolsito maricón; se apresura a cubrirse la jeta con esa mezquindad y mediocridad tan propia del miedo y la castración mental.

Y es en ese glorioso momento, en el que me elevo por encima de ese espécimen (sea joven, adulto o viejo) como un ser superior al que temer. Muy por encima del que se ha colocado el bozal con tanta urgencia.

En definitiva, me siento dominante, territorial y para mayor inri, muy guapo.

Es la misma sensación que da llevar una buena ropa, un buen calzado y un reloj de siete mil euros.

Y porque no me dejan, que si no también entraría a comprar tabaco tosiendo y escupiendo al suelo.

¿Veis? Alguna cosa buena debía tener este asunto de los bozales anti-coronavirus (que no sirven para nada; pero calma la ansiedad de los mediocres).

En definitiva, me siento tan poderoso como aquel puñado de conquistadores que portaban el virus de la gripe; ese grupo de amiguetes que se hicieron con todo un continente lanzando un par de escupitajos mientras se rascaban el culo contagiando a las macizas indígenas con buenas tetas aún.

Yo y los indígenas…

Precioso.

Telecinco y su veterinarios



Hace años tuve una dóberman y el veterinario le limpió la lengua del mismo modo que anuncian en su ridículo panfleto los de Telecinco.

Por otra parte ¿Para qué cojones te vas a rascar la lengua si llevas un bozal por la calle? ¿Para evitar que te contagies tú mismo de ti mismo?

La prensa y los medios del fascismo español del coronavirus no saben que mentiras y cuentos más publicar para conseguir el dinero que les pagan por cada basura que redactan o emiten.

Es aburridísimo…

Prefiero masturbarme que es más profiláctico y da más satisfacciones (si quieres las cosas bien hechas, te las has de hacer tú mismo, coño) que comportarse como una vaca de granja sacándole la lengua al veterinario para absolutamente nada.

martes, 29 de septiembre de 2020

Costes de vida


El odio con violencia se paga.

Y el amor con besos, caricias y sexo.

La monotonía y su mediocridad con ira.

La frustración con una lágrima y luego otra, y otra, y otra…

La tristeza vital y una enfermedad mortal se saldan con suicidio.

La locura con camisa de fuerza y destrozando el cerebro con un punzón se paga.

La cobardía con una puñalada o una bala en la cabeza.

Muerte con muerte se paga.

Nacer con llanto se paga.

Morir es gratis.

Pero lo más interesante de toda esta reflexión es que amar follando se paga.

Síiiii… Ya sé que me he repetido.

Es tan solo un recurso literario para dar más énfasis al texto, un pleonasmo divertido y excitante.

Pretendo ser clarísimo y explícito en el aspecto de joderte hasta el alma por este amor que me esclaviza a ti todos los días todas las horas.

Sí, ya sé que locura con lobotomía se paga; pero sinceramente, no ha nacido el que tenga unos buenos órganos genitales como para acercarme el puto punzón de mierda a un ojo.

Pues eso, cielo, solo quería recordarte que el amor con sexo se paga y con el redondeo de los céntimos, con un cigarrillo y un café frente a ti, admirando como el amanecer te ilumina como a una diosa en un altar.

Bye, amor.