lunes, 8 de junio de 2020

Centro de operaciones Iconoclasta


Desde este lugar angosto, oscuro, sórdido y absolutamente anodino, es donde perpetro todas mis agresiones literarias contra la humanidad y los actos sexuales que podría cometer sino fuera tan lelo y tan cojo.
El ordenador es de juguete al igual que el teléfono (comprado en un bazar chino). Carezco de medios económicos para acceder al cochino mundo de la informática. El espejo es real porque va incluido con el alquiler del piso. (Por inbox, si estáis interesadas/os, os pasaré el número de cuenta bancaria para que me ingreséis dinero de una forma absolutamente desinteresada y yo os daré las gracias y una dedicatoria en mi próxima diarrea mental).
Tengo multitud de cosas inservibles que hacen que no pueda concentrarme como es debido a la hora de reflexionar. En las cuestiones más metafísicas siempre acabo con el pensamiento disperso cuando me deja bizco la gran cantidad de desperdicios que, aunque convenientemente organizados, no tienen razón digna alguna de ocupar espacio.
Incluso me lo aplico a mí mismo porque soy así de chulo e intolerante con todos por igual.
Y por hoy ya he dicho demasiadas estupideces.
Desde el locutorio de internet del moro de la esquina, un abrazo.

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