Lo más molesto de pasear por el campo no son las moscas, los mosquitos, las piedras, ni el ardiente sol.
Lo más irritante son los ciclistas tontos que como cotorras repiten: ¡Cuidado, cuidado!
Y ya son mayorcitos para que se cuiden ellos mismos. Si no tienen cojones para ir en bicicleta relajados, que se metan en el coño de su madre para que los cuide.
A mí me importa el rabo de la vaca los cuidados que esas nenazas temerosas puedan necesitar.
Que los cuide dios o su padre que debe ser como ellos de idiota.
Es que sus vocecitas son peores que el zumbido de una mosca, peor que el olor a estiércol.
No es de extrañar. Si le das a un vulgar mediocre una rueda o varias, cualesquiera que sean; asumirá que es el centro de atención y que precisará cuidados de mierda. Un especial más de tantos que pululan por el mundo.
Y por supuesto, se trata de ciudadanos ejemplares, integrados en la so(su)ciedad y participativos. Incluso sueñan con un coche híbrido.
¿Se creerán en serio que me la ponen dura?
Está bien, si es una ejemplar ciudadana con ejemplares tetas y abierta de piernas mostrando los labios de su vagina rasurada con expresión de puta; en efecto, me la pone dura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario