lunes, 23 de enero de 2017

Una comedida satisfacción


Hay tanta felicidad.
Tanto entusiasmo por vivir intensa y alocadamente.
Por ser eternamente jóvenes...
Hay tanto derroche de energía para ser felices y vivir la vida loca, que siento náuseas. Me empacha tanta felicidad desaforada.
La banalidad de las vidas felices no es deprimente, es simplemente aburrida como un programa de televisión.
Y se me escapa una risa pérfida quiera que no; porque sé que sus intrascendentes alegrías acaban cuando las baterías de sus teléfonos móviles se agotan.
Porque todo vuelve a su lugar cuando el teléfono se apaga. Se acaba el escaparate de la risa tonta.
Lo que más o menos viene a decir que su absoluta intrascendencia en la oscuridad, en su vulgar intimidad; es mi hostil, comedida y desenfadada satisfacción.
Soy el contrapeso a la felicidad barata en la humana faz.

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