Los animales más atractivos y llamativos son los más venenosos, es una constante en el reino animal.
La piel de los reptiles y anfibios brilla como esmalte al fuego.
Es el brillo del veneno.
Mienten con la belleza para inyectar o escupir su ponzoña. Aparentan ser inofensivos para disimular lo que su naturaleza esconde.
Son admirados de lejos. Y de cerca, apenas hueles su piel, huyes.
Si eres rápido, no mueres.
Mudan cada temporada, desprenden su piel colorida con nuevos venenos, con nuevas mentiras.
Otra presa más...
Y llega ese instante de duda y se razona si en lugar de un reptil, se trata de una persona. Son tan parecidos con sus venenos...
Debería ser un reptil, porque hay antídotos para ello.
Hay una cura...
Cuando te ha envenenado un humano, hay riesgo de amputación y miseria.
Cuidado con sus mamadas.
Tal vez sean un medio para controlar un exceso de población en la vida salvaje; los humanos venenosos no controlan nada, fueron paridos para joder. Solo sirven para habitar un enorme terrario y comer insectos y cosas podridas.
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