No tienen la conciencia tranquila, aunque no sepan que tienen conciencia.
No saben porque tienen miedo.
No hay ni siquiera la magia y la esperanza de que algo castigue lo que se merece.
La verdad es que el agua salpica inofensivamente mis pies, y arrastra casi con dulzura la colilla que lanzo a la corriente. Tal vez otro día, algo haga pagar a los humanos todo eso que tienen en su conciencia insectora e ignorada.
Vale la pena mojarse los pies, aunque te crean indecente por ello. Aunque me parta rayo por una cuestión de azar.
No es valentía, es cálculo de probabilidades, no hay héroes.
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