Despertar y sentir ese tremendo falo enhiesto y vibrante me lleva a evocar la industria pornográfica y sus posibilidades económicas.
Una vez recuperada la visión periférica y observando alrededor la verdadera dimensión de las cosas y de las tetas, voy a mear sin ningún tipo de alegría ni orgullo.
Y orinando alcanzo a comprender la verdadera y cruel magnitud; lo pequeño que es y se ve entre mis dedos. Mientras tanto recito mi oración del día: Mierda, mierda, mierda…
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