martes, 18 de noviembre de 2014

La noche y su claridad


La noche me rodea y su silencio es una ingenua y vana ilusión de que estoy solo en el mundo.
Nada es perfecto, pero vale la pena estar despierto y pensar por un segundo que no hay nadie. Es agradable sentirse solo sin injerencias, sin que nadie interfiera en mi pensamiento.
Faltan noches en mi vida.
Hay cosas que no deberían haber ocurrido, personas a las que no debería haber conocido. Fallos que la luz enmascara. Y a los hipócritas...
Es una cuestión física: la noche no entrecierra los ojos y lo veo todo tan claramente, como valor tenga para asumirlo.
Con las pupilas dilatadas, uno ve lo que la luz no permite, lo que la luz engaña. De noche, todo aquello que creías querer, pierde consistencia y trascendencia. Un gran porcentaje de lo que creías desear pierde interés ante los ojos completamente abiertos.
Y la noche ayuda al olvido, es serenidad y las malos tragos se difuminan junto con el crepitar de la brasa de un cigarrillo, el aroma de un café y mi propia respiración. Los actos indecentes pierden eco en un silencio denso y acolchado muy parecido a la muerte.
Adoro la noche y su claridad.

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