Yo, que inocente y cándido de mí pensaba que entre los estudiantes no habrían pobres seres de conciencia insectora y borreguil... (es mentira, lo sabía tan bien como el tamaño de mi pene).
Pues así es. Esta semana, por mera empatía animal, unos estudiantes (que sean estudiantes es algo que lo digo sin demasiada convicción) de Madrid y Barcelona, se han sentido envidiosos y se han liado a pedradas con la poli y con los comercios; y todo porque ningún poli griego ni español les ha pegado un tiro en la barriga.
Afortunadamente no son todos los estudiantes así de niños malos y en Salamanca, celebraban felices la nochevieja a principios de diciembre tan borrachuzos y en manada como es habitual.
Yo es que no puedo evitarlo; pero es que me parto el rabo de risa al pensar en la maravillosa mente libre que dan los estudios.
¿Y alguno de estos seres de marcada personalidad vacuna y rumiante será algún día médico o ingeniero? Incluso profesor...
Tic-tac-tic-tac-tic (mi cerebro buscando posibilidades para un futuro mejor y libre de idiotas sin poder encontrar respuesta).
Buen sexo.
Iconoclasta