viernes, 27 de diciembre de 2019

A 900 metros


 ¿Para qué quedarse allá abajo entre la vulgaridad cuando aún tienes fuerzas para subir por encima de ellos y erigirte en un ser superior?
Soy un dios creado a sí mismo, a su propia imagen y semejanza.
Con la más sagrada vanidad que lo hace indiferente ante las extrañas tristezas y alegrías.
Sin que importe quien vive o muere.
Sin que me molesten con oraciones de piedad, ambición y venganza. Inmune a los deseos forjados con sacrificios paganos.
Solo esta divinidad me da paz.
Jamás espero fechas convenidas para manifestarme como deidad.
Estoy absolutamente desligado de tradiciones y ritos. De hecho, no recuerdo los rostros de madre y padre. ¿Fui hijo alguna vez o nací Dios?
Nací inmune a la humana sociedad.
Mi indiferencia hacia ella impide su extinción.
Novecientos metros es una divina altura, buena para observar con soberbia y razonable detalle, todo lo que me es indiferente, todo lo que pude ser y no soy.

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