lunes, 12 de septiembre de 2016

Chuparse el dedo



Yo sí me chupo el dedo; pero que nadie se engañe con psicologías de feria.
No evoco infancia, no hay ingenuidad en mí. Solo un deseo atroz, obsceno y sucio por meter mis manos y mi lengua en lo más profundo de sus muslos y obligarla a que me ahogue en ellos.
Pienso en ella y en su coño, no hay más lecturas.
Soy simple y brutal.

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