Aunque no podría decir si el último de la noche o el primero del día.
La madrugada es confusa. Y el deseo de metérsela, de joderla cubriéndola toda ella de mí, es atroz para el sueño.
Tal vez sea el enésimo cigarrillo de días sin tiempo, hasta que pueda morder sus labios con hambre, con un cuidado apenas contenido.
Es mejor no dormir y esperar.
Y desesperar.
Tampoco tengo opción.
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