miércoles, 9 de noviembre de 2011

Un asteroide


Un cacho piedra sideral del tamaño de un campo de fútbol pasa cerca de la tierra y no ocurre absolutamente nada.
Tanta tabarra de profecías baratas del fin del mundo y nada se cumple. El 2012 será lo mismo de cada año. Ni profecías mayas ni pollas.

Es un aburrimiento.
Que el asteroide no vaya a influenciar en el planeta no es un alivio. Es una putada: ya no hay esperanza de que una gran destrucción planetaria obligue a que todo se haga de nuevo y todos los errores cometidos por los que ahora están muertos (y por algunos que aún respiran), se corrijan.
Se acabó la alegría de un nuevo amanecer.
De lo que sí estoy seguro, es que lloverá mierda; pero nada que mate a nadie.
Así no hay quien folle con pasión, con la angustia de saber que es su último día.

Mis arreboladas mejillas...

Buen sexo.
Iconoclasta

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