Muchos comentan que el rey y ayatolá hispanocatalán Sánchez I el Arribista, sumo sacerdote masónico de la secta psoe, inventor de la Amnistía Corrupta Española 2024 y cobarde histórico, ha salido airoso de la comisión de investigación del senado.
Nadie acierta. Ni ha salido victorioso, ni perdedor. Y los senadores sabían que no se trataba de eso; sino de darle esa publicidad al cerdo que por su narcisismo enfermo busca ansiosamente.
Ni siquiera había esperanza de sorpresa porque los bebés de teta, incluso los de matrimonios trans, sabían que no serviría para sacar verdades al cerdo sanchizta.
Simplemente ha sido un espectáculo de feria en vivo con un engendro y ver en directo su degradación de la dignidad y la ética. Observar con asqueada fascinación las risas del mafioso cerdo “investigado”. Nadie en su sano juicio pensaba que serviría para llevar al degenerado ayatolá Sánchez I el Arribista contra las cuerdas
Ha sido un magnífico y fascinante espectáculo y nada más. Donde millones de espectadores han visto como a un enorme puerco se le vejaba e insultaba en vivo y éste sonreía feliz y divertido con ausencia absoluta de dignidad. Como diría el buitre: “Yo como mierda, pero qué rica está!”.
Lo de ayer fue la exhibición grotesca más grande nunca vista en la eterna España de los dictadores: la degradación mental y ética y la codicia patológica del ayatolá Sánchez I el Arribista; que representa al hijo que en caso de tener, todo padre desearía matar por vergüenza de que haya surgido de sus huevos semejante tara.
El gran espectáculo del animal y su indignidad comiendo mierda a dos carrillos mientras reía vejado. Que no perdiera su sonrisa de indigente mental ha sido pura morbosidad; un mensaje más claro que los letreros de neón de las casas de putas: “Mientras no me quitéis mi poltrona de la riqueza, no importa lo que me digáis”.
Al final, este espectáculo también funciona por empatía, ya que el ayatolá Sánchez I el Arribista es el paradigma máximo de la muy especial raza humana española endémica por su absoluta indolencia y ausencia de dignidad: una gran cantidad de humanos puros de la raza española quieren ser como el gran cerdo ladrón y corrupto, todos admiran podrida y mezquinamente al ayatolá Sánchez I el Arribista como en el siglo pasado se amaron a engendros como él: Hitler, Mao Zedong, Stalin, Franco, Pinochet...
Siempre es y será un espectáculo hipnótico ver al cerdo devorar mierda con glotonería y que por su piel también le resbale con una nitidez de super alta definición ultra-UHD de un puto millón de megapíxeles.
Sí que ha sido útil el espectáculo grotesco y obsceno, incluso macabro para unos pocos: a pesar de la repugnancia que provoca el engendro, no se puede apartar la vista de él.
Para unos millones de puros españoles, ha resultado en admiración al cerdo que ellos quisieran ser.
Nadie ha salido victorioso ni perdedor, sólo se ha exhibido al engendro, al cerdo en todo su esplendor.
Y ha sido como la pornografía: fascinante en toda su miseria y ruindad de las putas carismáticas y golosas de rabo con la cara lácteamente empapada.
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