Existimos de una forma caótica, azarosa,
ilógica y sin ética.
Moral sí, la que dictan.
Dios es una letrina. Las iglesias, mezquitas,
sinagogas y pagodas son grandes vertederos de mentes esclavas y anodinas.
No ganan los más fuertes, solo los más
envidiosos (la ambición es una consecuencia de la envidia). Los rastreros
arribistas copan el poder y los millonarios creen que su inteligencia tiene la
misma magnitud que su fortuna.
La justicia y la ética tienen la trascendencia
de un condón usado.
Los deportistas de élite son multimillonarios
por nada.
Soy un degenerado. ¿Cómo puedo follar entre
tanta mierda?
Mi degeneración no es la envidia, ni la
ambición, ni la falta de inteligencia. Mi degeneración es la indiferencia y mi
amor por mí.
Y cuando eyaculo no tengo escrúpulos de ningún
tipo para pensar que eyaculo en la faz de toda la humanidad, salpico mi
indiferencia sin orden, como un cura maneja el hisopo.
Corriéndome soy como la existencia, así de
caótico, así de azaroso.
Con un odio tal, que podría ser venenoso mi
semen y no me sorprendería.
Mi esterilidad es digna de orgullo.
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